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Juan José Martínez Zazo. Licenciado en Ciencias Políticas

Juego de tronos de la economía política por Juanjo Zazo

Es como si para la ciencia económica los males no existieran  o sólo lo harían como contingencias externas o factores imprevistos y ello a pesar de que la experiencia humana y el relato histórico suelen percibir antes los males que el propio bien. Los medios de comunicación, por ejemplo, informan más de los males por ser noticia que de los bienes que resultan escasamente noticiables.

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Juan José Martínez Zazo. Licenciado en Ciencias Políticas

En el juego de tronos de la economía política, la teoría siempre se ha ocupado exclusivamente de la producción de bienes y servicios (bienes inmateriales) y nunca de la producción de riesgos y males (Ulrich Beck).

Es como si para la ciencia económica los males no existieran
o sólo lo harían como contingencias externas o factores imprevistos y ello a pesar de que la experiencia humana y el relato histórico suelen percibir antes los males que el propio bien. Los medios de comunicación, por ejemplo, informan más de los males por ser noticia que de los bienes que resultan escasamente noticiables.

A la producción y distribución de bienes se le supone como objeto preferido de la economía política, no así los males, aunque es la propia economía quien los produce y distribuye.

Por ejemplo, la Gran Crisis de 2008 no ha sido otra cosa que la distribución de riesgos y males sobretodo para los más vulnerables, que son una minoría mayoritaria ( 1/3 los más débiles y 2/3 los que consiguen mantenerse a duras penas; el sueldo no llega para pagar la hipoteca sin privarse de otras cosas, entre ellas una alimentación adecuada).

Pero para ser más concreto, en Madrid tenemos un ejemplo ejemplar de como se distribuyen los males. La Sra. Botella y el Sr. González, lo más nefasto nefando y abominable que hayamos tenido nunca en la historia de esta capital, se encargaron de hacer llorar y sufrir a muchas familias con su política de vender la vivienda pública a manos privadas (fondos de inversión en los que el mismo hijo de la sra. Botella participaba) expulsándolas y arrojándolas a la calle.

Ambos horribles dirigentes necesitaban apañar el desastre de las cuentas municipales y la deuda que dejó el Sr. Gallardon.

Ante el acoso y la violencia de los desahucios no sólo los afectados lloraron, algún policía y los bomberos también lo hicieron y éstos últimos llegaron a negarse a actuar derribando puertas, puesto que su trabajo consiste en paliar y evitar desastres y no en provocarlos.

Aquí tenemos pues una evidencia empírica de producción y distribución de males.

Pero la producción de riesgos y males no es cuestión sólo de la industria y la economía que la acompaña, aunque sean los principales responsables, sino también de los individuos, de las gentes, de sus hábitos, gestos y costumbres.

Yo puedo disfrutar de toda mi casa encendida por la noche, de gozar de mi coche de alta potencia, viajar en avión cuando quiera o lo necesite, de irme de vacaciones y ayudar a contaminar algún paisaje exótico y darme todos los caprichos que me merezco.

Puedo hacer todo eso y complacerme con todos esos bienes, pero a la vez estoy produciendo riesgos y males, como emitir todo el dióxido de carbono que me de la gana, poniendo en riesgo la vida y salud de demás, incluida la mia y contribuyendo activamente a los efectos secundarios del calentamiento global.

Como se ve, la ciencia económica necesita de muletas para sostenerse y eso le pasa por haberse creído la más científica de las ciencias sociales, la más exclusiva y excluyente y creerse tan objetiva que niega la influencia de la ideología en sus teorizaciones.

Y es que, amigos míos, ni tan siquiera el algoritmo es neutral.

Juan José Martínez Zazo